Matanzas, vuelta a las raíces.

Llega el día más emocionante de todo el viaje y por qué no decirlo, seguramente uno de los más de mi vida. Alguno que esté leyendo esto lo sabrá, pero otros seguro que no. Mi madre y su familia (la de Iñigo), nacieron en Matanzas así que si el viaje a Cuba ya era emocionante de por sí, este día iba a ser BRUTAL. Matanzas antaño era una de las ciudades más importantes de Cuba y a día de hoy se ha quedado únicamente como puerto de Varadero y como paso de la autopista La Habana- Varadero. Como hijo de Matancera, estoy totalmente en contra de Varadero y todo lo que representa, pero si su cercanía y este post sirven para dar a conocer Matanzas, algo bueno habré sacado…

Perdonadme si este post no se limita a la ciudad como en las otras entradas del blog pero es mi pequeño homenaje a parte de mis raíces.

Hace 3 años (2014), en un viaje a Cuba con amigos de la universidad, estuvimos una tarde en Matanzas en la que nos dio tiempo a encontrarnos a la mujer de un primo de mi abuelo, la sorpresa fue monumental, para ella y por supuesto para nosotros. Me conocía de cuando yo era pequeño y habíamos perdido la pista y no sabíamos siquiera si estaba viva. Estaba ya tan mayor que vivía con unos amigos de la familia en otra casa. Su casa original, estaba tapiada y deshabitada.

Matanzas en 2013

A la vuelta a Bilbao me puse a investigar sobre esta casa, nunca sabes qué te puedes encontrar por internet. Mi madre y mis tías pasaban largos ratos de juegos en esa casa y tenía curiosidad. Gracias a internet encuentro que un arquitecto cubano que vive en Miami la había comprado y la estaba reformando, así que empiezan los retos para este viaje, tengo que entrar a esa casa cueste lo que cueste.

Planeando el día en Matanzas no sabíamos si concederle una noche o no, la ciudad se ve en un día fácilmente pero las visitas a familiares y amigos de la familia se amontonaban aunque no sabíamos si conseguiríamos encontrar a todos los que buscamos. Pensad que es Cuba, no teníamos direcciones, tampoco teléfonos para contactar, íbamos completamente a ciegas.

Guanábana Cuba

La primera visita del día, era intentar encontrar a la madrina de mi tía e íntima amiga de mi abuela (que a día de hoy, con 80 años ambas y entorno a 40 años después de haber salido de Cuba mi abuela, todavía mantienen el contacto a través del hijo de su amiga que vive en Miami. ¡Viva la revolución!). Cuando yo era pequeño, con seis años, en mi primer viaje a Cuba les visitamos y comimos con ellos. ¿Conseguiremos vernos 19 años después?

La segunda parada sería ir a visitar a la hermana de mi abuela, la que es mi tía abuela, que habíamos perdido el contacto y no sabíamos si estaba viva o no. Creíamos saber dónde podía vivir pero sería complicado encontrarla.

Para rematar el día queríamos que nos enseñaran la casa que fue del primo de mi abuelo (sí el de la señora que nos encontramos en 2014 que la había comprado el arquitecto cubano de Miami). Sabíamos que el arquitecto estaba en nuestras fechas en Matanzas así que qué mejor ocasión.

Como consigamos ver a todos los que nos proponemos, el viaje a Cuba habrá más que merecido la pena.

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Después de esta introducción a los planes del día, volvemos a Cienfuegos. Son las 8:30am y salimos quemando rueda de la emoción dirección Matanzas. No hay tiempo que perder porque tenemos un par de horas largas de conducción además de lo que nos cueste encontrar el pueblo al que vamos.

La primera parada era Guanábana, un pequeño pueblo a las afueras de Matanzas en el que vivía Esther y su familia. Esther es la madrina de mi tía e íntima amiga de mi abuela. No sabía que íbamos y hace 19 años que no me veía así que la sorpresa si la encontrábamos iba a ser espectacular. Con un mapa, mucha intuición y con la ayuda de los cubanos conseguimos llegar al pueblo. ¿y ahora qué? ¿por dónde empezamos? ¿sabrán quién es la Esther que busco? Armado con una foto de hace 19 años pregunto a una señora del pueblo y me dice que conoce a una Esther que vive enfrente de la farmacia.

Sin más pistas que esa, llamo a la puerta y me abre una chica joven con cara de sorpresa. Le pregunto a ver si vive Esther en esa casa y me dice que sí que ahora le llama. No me da tiempo ni a presentarme y Esther ya me ha reconocido y yo a ella claro. ¡sin saber muy bien cómo hemos conseguido dar con ella! La chica que me había abierto era su biznieta Sara. Charlamos, nos ponemos al día, hablo por teléfono con la madre de Sara, Misladys, que me conoció con 6 años y que no pude verla porque estaba trabajando. Nos hubiésemos quedado a pasar el día o días, pero si lo hacíamos nos rompía todos los planes y no nos daban las horas. De haberlo sabido de ante mano hubiesen cambiado los planes por seguro.

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Nos despedimos de Esther y su familia, y bajamos a Matanzas. Esther se había puesto ya en contacto con los primos de mi madre que están cuidando a la hermana de mi abuela así que nos facilitó dónde buscar. La primera prueba superada y la segunda también. Estuvimos con la hermana de mi abuela muy poco rato porque está muy mayor ya y el tiempo volaba.

Por ahora el día no podía ir mejor, habíamos conseguido ver a todos. Solo nos quedaba poder entrar a la casa del primo de mi abuelo que había comprado el arquitecto que vive en Miami y cumplíamos con todo lo propuesto.

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Aparcamos delante de la casa y tocamos la puerta, no tiene timbre así que me dejo la mano aporreándola, no vaya a ser que haya alguien dentro y no me oiga. Nos abre el capataz de la obra, me presento y nos deja entrar sin problema, es más, nos hará una guía por la casa. La casa que ví tapiada en 2014 y que no conseguí entrar, me abría las puertas ahora en 2017.

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Matanzas

¡Conseguimos ver todo y a todos! Ahora solo nos quedaba ver Matanzas.

El centro es relativamente pequeño y separado por un río con otros barrios, por lo que lo más fácil es dejarse llevar. Como no teníamos mucho más tiempo empezamos caminando por la calle Milanés que une el teatro Sauto, al lado de donde habíamos aparcado, con la plaza de la Libertad que de esta manera veíamos también la catedral. Nos perdimos un buen rato por sus calles que podrían haber sido las mías, quien sabe.

Plaza de la libertad Matanzas

Matanzas

Para terminar el día de Matanzas, cogimos de nuevo el coche y subimos a la ermita de Monserrate que ofrece unas vistas espectaculares de toda la ciudad y su bahía por un lado y por el otro vistas al valle del Yumurí.

Bahía de Matanzas

Matanzas

Con mucha pena y la vez con la alegría y la emoción de haber conseguido ver a todos, nos fuimos dirección a Viñales. Nos esperaba la región tabacalera.

 

Qué ver en Matanzas

  • Teatro Sauto
  • Catedral
  • Recorrer la calle Milanés
  • Plaza de la libertad
  • Ermita de Monserrate

Dónde comer en Matanzas

  • Pizzería Louvre en la Plaza de la libertad, auténticamente cubana

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