Bogotá. Bienvenidos a la tierrita.

La llegada a tierras colombianas se haría esperar. Salimos desde Madrid con un vuelo dirección Boston.  Como teníamos que hacer noche para coger un vuelo a la mañana siguiente que nos llevaría a Miami  (y de ahí a Bogotá…sí, tardamos alrededor de 32 horas en llegar a Colombia) aprovechamos para salir del aeropuerto y ver  qué nos ofrecía Boston.

He de decir que aprovechamos muy bien la tarde que teníamos por la capital de Massachusetts y vimos el puerto, el parque Boston Common y cenamos unas pizzas por el centro, todo muy American Style.

BostonBostonBoston

Después de mal dormir en el aeropuerto, volamos a Miami y de aquí a Bogotá. Tras día y medio de vuelos,  por fin llegamos a la capital de la Tierrita. Aprovecho para decir que Colombia es, salvando las distancias con Cuba que le tengo especial cariño por motivos familiares, uno de los países que más me han cautivado tanto por la naturaleza que ofrece como por su cultura y su gente que transmite una energía realmente positiva.

Día 1 – Plaza Bolivar y Barrio de La Candelaria

Agotados pero con ganas de descubrir Bogotá, pasamos por el hotel y quedamos con un guía de excepción. Un amigo íntimo de uno de los que viajábamos se encontraba allí estudiando y se ofreció para acompañarnos y mostrarnos la ciudad.

Nuestra primera parada sería la plaza Bolívar. Es el centro de Bogotá, donde se encuentran el Palacio de justicia y el Capitolio nacional, además de la Catedral Primada de Bogotá. Era ya tarde y todo estaba cerrado al público pero estoy seguro que la catedral tenía mucho que mostrar. Antes de llegar a Colombia, todo el mundo nos preguntaba si estábamos locos, que cómo se nos ocurría ir allí. Partiendo de que en ningún momento del viaje pasamos miedo ni tuvimos sensación de inseguridad  (quitando un malentendido con unos músicos callejeros en Cartagena, en el que acabó interviniendo la policía…esa anécdota me la reservo para cuando toque) sí que fue en esta plaza donde estuvimos más alerta.

La Candelaria

Muy cerca de aquí se encuentra una zona a la que llamaban la “L”, debido a que las calles hacen esa forma. Hasta 2016 era una zona en el mismísimo centro de Bogotá a la que la policía no entraba si no iba escoltada por el ejército. Tráfico de drogas, de armas, trata de mujeres y asesinatos eran el día a día en esa zona. Al estar a solo unas calles de la plaza, y siendo la plaza Bolívar uno de los sitios más turísticos de la capital, se veían a muchos drogadictos pidiendo dinero, muchos de ellos niños de poco más de 10 años mendigando y esnifando pegamento. Son de esas imágenes que te dejan marcado de por vida.

Con el cuerpo medio cortado por lo que acabábamos de ver pero con ganas de seguir conociendo la “parte amable” de la ciudad fuimos hacia el barrio de La Candelaria. Este barrio se encuentra entre la plaza Bolívar y a los pies de la sierra que bordea Bogotá. Es el barrio joven del centro, lleno de hostales y restaurantes fusión. Sus casas bajas de solo dos plantas y pintadas de colores te hace pensar que estás en un pueblo lejos del loco Bogotá.

Era ya tarde y estábamos hambrientos, así que fuimos a cenar recomendados por un amigo que estaba allí estudiando, al restaurante Casa de Citas. Cachondeo aparte, el sitio tenía música en directo y servían comida peruana. Nos gustó mucho y por lo que nos dijeron, era uno de los restaurantes más de moda de la ciudad.

Taxis de vuelta al hotel y a descansar que el día siguiente venía lleno de visitas y de rumba nocturna.

Día 2 – Cerro de Monserrate y Museo del Oro

Las distancias en Bogotá son enormes y el tráfico es infernal, lo que conllevaba que para trayecto perdíamos más de media hora. La primera parada que era obligatoria para todo recién llegado a la capital, era subir al cerro de Monserrate y así hicimos.

Este cerro es una frontera natural de Bogotá y un mirador único de la ciudad. Llegamos en taxi a las faldas del cerro y decidimos que lo mejor para salir vivos de aquello era subir en funicular. Una vez estás dentro ves que la experiencia está mereciendo la pena porque la pared es casi vertical.  La sensación al llegar arriba y ver todo Bogotá a tus pies es indescriptible.

Cerro de Monserrate

Cerro de monserrate

La cima la preside una basílica a una altura de 3.152m, que se dice pronto y más para lo que vivimos al nivel del mar. Las vistas son inigualables, efectivamente debe ser visita obligatoria para todo el que sea nuevo en la capital. Teniendo en cuenta que nos habían subido decidimos hacer algo de deporte y bajar por nuestra cuenta. La bajada es bastante llevadera, pero lo mejor de esto fue ver a los pobres incautos que subían a pie y que desesperaban al saber que aun les quedaba mucho por subir.

De vuelta al centro, volvimos a la plaza Bolívar para poder verla con luz y de ahí iríamos a comer. Es una plaza que impone por el tamaño que tiene, te sientes una hormiga en medio de los enormes edificios. Como buenos colombianos decidimos ir a comer una bandeja paisa. Solo digo que aun sudo pensando en esta comida. Salimos llenos como para 3 días. Nos explicaron que era la comida de los trabajadores para coger fuerza y típico de la zona de Antioquia y el eje cafetero, se componía de todo esto: arroz con frijoles, plátano frito, chorizo, panceta, huevo frito, aguacate y arepa para completar.

Cerro de Monserrate

cerro de monserrate

Casi a rastras de lo llenos que estábamos conseguimos poner rumbo al Museo del Oro, una de las mejores colecciones de elementos precolombinos del mundo. Con diversas salas, muestra todo tipo de abalorios hechos en oro que utilizaban los indígenas, así como tinajas, piezas textiles… es un bonito viaje al pasado de América.

Después de un día más bien cultural, llegaba la hora de la otra cara de Colombia, llegaba la noche y con ella la rumba. Si hay un sitio famoso en Bogotá para cenar y salir a bailar para los locales, ese es el restaurante comedero-bailadero Andrés Carne de Res.

Como jamás podremos explicar lo que se vive allí porque es algo fuera de lo normal, os diremos cómo llegar y os dejaremos una foto que lo atestigua.

Andrés Carne de Res

Andrés Carne de Res tiene dos locales en Bogotá, a decir verdad uno en Bogotá y otro en Chía, que es el que nos interesa. (Si no tenéis opción de ir al de Chía, podéis ir al de Bogotá, pero nosotros que estuvimos en los dos, os pedimos por favor que vayáis al de Chía, se pasa BIEN BERRACO ALLÁ)

Andres carne de res

Habíamos contratado al mismo taxista que nos llevó del aeropuerto al centro para que nos llevase esta vez a Chía, que está a más o menos 1h de Bogotá. Teníamos una mesa reservada desde España porque nos avisaron que se llenaba mucho los fines de semana.

Cuando llegamos al restaurante no dábamos crédito, es una auténtica locura, música, espectáculo entre las mesas, decoraciones inexplicables, tenía todo los ingredientes para salir corriendo, pero por el contrario te atrapaba y deseabas que comenzase el show.

Me encantaría poder seguir contando lo que se vive ahí dentro, pero es la sensación de hacer un spolier, así que si queréis saber más nos podéis escribir un email.

Se cena muy bien y se pasa aún mejor. Solo os dejaremos esta foto  hecha un minuto antes de subirnos a las sillas para bailar. Es verídico, dejan subirse a las sillas a bailar pero no a la mesa. No os contamos más, tenéis que ir.

Andres carne de res

Al día siguiente amanecimos con ganas de volver y de quedarnos a vivir en ese restaurante comedero-bailadero, había sido un noche de las de no olvidar jamás. Con ganas de más rumba en el cuerpo nos fuimos al aeropuerto, nos esperaba la isla de San Andrés.

 

Qué ver en Bogotá

  • Plaza Bolívar
  • La Candelaria
  • El cerro de Monserrate
  • El museo del oro

 

Dónde comer en Bogotá

  • Casa de citas
  • Andrés carne de Res Chía
  • Andrés carne de Res Bogotá

 

Dónde salir de fiesta

  • Hotel Quinto
  • La zona T (zona de bares)
  • Andrés carne de Res

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